Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

domingo, 27 de abril de 2008

Pastillas contra el dolor


He estado malita en un fin de semana interminable, lleno de dolores, punzadas y ganas de dormir para que todo pasase como la pesadilla que fue. A mi lado, la gente que me quiere, preparándome el desayuno, arreglando el desastre de cuarto en que vivo, llamándome a cada rato para saber si mejoraba, esperando conmigo los resultados en un blanco hospital. Todo pasó por fin, sonrío, pero, en mi interior, se me clavan las imágenes: viejecitos solos en rígidas sillas, miradas que caen al vacío de la honda soledad, niños que tienen cuerpos de mayores, llorando porque les duele. El dolor, ese dolor físico, a veces menos terrible que el del corazón, desde luego: que puede aliviar una pastilla, que puede depertarte por la mañana con ganas de llorar, que puede hacerte caer al suelo, rendido y sin fuerzas. Cómo duele. Y cómo duele no tener a nadie que te ayude cuando te duele, cuando buscas un apoyo y encuentras el aire, cuando esperas que te llamen y nadie espera contigo.

Soy una privilegiada, lo sé. La vida me lo demuestra todos los días. Para todas esas soledades, que me rompen el alma cuando imagino sus noches de ausencia y silencio, para todas, un abrazo como este, que calme todos los dolores...

miércoles, 23 de abril de 2008

Para ellas

Fruto de la envidia más insana, de los sueños más locos, de las pasiones más ocultas, de los secretos más conocidos, de las adicciones más hermosas...dí al botón de crear y creé:

www.poesiaamedianoche.blogspot.com

Os invito a visitarme, en un lugar para hablar de libros, para compartir mis escritos, como homenaje a mis compañeras de viaje: las palabras.

lunes, 21 de abril de 2008

Pandora



La asustadiza Pandora caminaba despacio, con cuidado de no tropezar por el sendero. Se sentía diferente y extraña, en aquella tierra árida. Su reflejo estaba borroso, cada vez que se atrevía a buscarse en las aguas de los ríos se daba cuenta, era una desconocida hasta para sí misma. Se debaja arrastrar por los fantasmas que la perseguían desde más allá de su pasado, creía mentiras por el temor a la propia verdad, se empeñaba en no crecer, atada a la convicción de que ello le acarrería más problemas.
Un día, tras una oscura mañana vagando con abominable lentitud, topó con un enorme agujero en medio de su paso. No sabía qué hacer para cruzar al otro lado y continuar la marcha. Angustiada, se sentó a varios metros de aquel abismo circular y, sobrecogida, empezó a llorar como la niña que era. Estaba sola, no podía regresar, tenía que seguir. No había nada más que espinas al otro lado, lo conocido era cruel y triste; venía huyendo con la esperanza de llegar hasta algo mejor, un lugar donde fuese feliz. Lloró amargamente largo tiempo, la noche empezaba a caer: había que decidir. Avistó el cielo nuboso, llovería y ella, arropada de dudas, no se habría movido un milímetro de su posición.
Seguiría. Rebasaría el hoyo. El cielo rugió, la paciencia no la esperaba.
Anduvo hacia atrás los metros necesarios y, armándose de valor, cogió aire e infló sus pulmones: comenzó a correr. Las gotas caían sobre ella, el viento la empujaba, al llegar cerca del borde, dio un gran salto, suspendida en el aire confió en que llegaría al otro lado, sonrió y, de repente, sintió como su cuerpo iba cayendo hacia abajo. Gritó mientras se encogía su estómago y una horrible sensación de vértigo se apoderaba de todo su cuerpo. El golpe fue brusco y doloroso, impactó con la espalda en la profundidad y, creyendo que tenía todos los huesos del cuerpo roto, lloriqueó lastimosamente.
Estaba atrapada. Abrió los ojos al sentir como las gotas seguían cayendo sobre ella; el cielo y su inmensidad se abrían ante sus ojos. Derrumbada y rota, se quedó quieta soportando el frío.
Entonces lo dijo en alto: se acabó. Buscó en su chaqueta la pequeña cajita que custodiaba. Con un simple gesto la abrió y con un ensordecedor rugido, los miedos, la maldad, la desilusión, la muerte y todos los males salieron despedidos de su cárcel. Asiéndose con fuerza a ellos, consiguió trepar hasta la cima del agujero. Al fin daba un buen uso a sus temores: de ellos se valía para superar los límites de lo imposible.
De nuevo arriba, observó que había conseguido atraparla de nuevo. Sonrió: no dejaría que la esperanza se escapase. No, ni hablar. Estaba, quisiera o no, destinada a ser su compañera de viaje.

I just want to know who I am

miércoles, 16 de abril de 2008

La atrevida soñadora

Qué ilusión tan grande, lanzarte al vacío en busca y captura de tu sueño. Hoy sentía eso mientras veía como un pequeño sobre se llevaba mi imaginación, cargado de letras y esperanzas. No puedo evitar sentir un cosquilleo, que no sé si son nervios, impaciencia, dudas, alegría ¡o todo a la vez! ¿No os da la impresión muchas veces de que estáis cometiendo una locura pero que es lo mejor que habéis hecho nunca? Qué curioso. Ahora estoy aquí, feliz como una lombriz, deseando que pase rápido el tiempo y con el deseo de recibir una llamada de teléfono dándome una buena noticia...Si eso no ocurre, sentiré un poquito de tristeza pero, no me arrepentiré. Quien no arriesga, no gana. Quien no intenta lo imposible, no logra nada. Y este estado de embriaguez de sueños, es realmente maravilloso.

domingo, 13 de abril de 2008

Cambiar el mundo


"Cuando te ves atrapada, desvalida tras los muros, inmovilizada en un harén sin salida, sueñas con escapar. Y la magia surge cuando entiendes ese sueño y haces que las fronteras se desvanezan. Los sueños pueden cambiar tu vida y, a la larga, el mundo. La liberación empieza con las imágenes que danzan en tu cabecita, y puedes transformar esas imágenes en palabras. ¡Y las palabras no cuestan nada!".


Sueños en el umbral. Memorias de una niña del harén de Fatema Mernissi

Este libro me está haciendo darme cuenta de muchas cosas. Ignoramos que detrás de un velo hay más sueños de los que podemos imaginar. Las mujeres como tía Habiba, la dueña de estas palabras, soñaban con salir del harén y pasear libremente, ver el amanecer, sentir el aire fresco de las calles, observar el cielo más allá del cuadrado del patio. Esas mujeres: llenas de esperanza, encerradas, luchaban todos los días, intentando educar para soñar. No podemos dejar que sus voces caigan en el olvido, aunque creamos que los harenes no existen, sólo porque no los observamos, con sus altos muros y el guardián en la puerta custodiando la integridad de la casa, las fronteras que limitaban a muchas mujeres, siguen existiendo.
Hoy va por ellas, por las que se niegan a perder la esperanza, por las que viven luchando cada día por lo que es justo y, sobre todo, por las que confían que los sueños, no son sólo sueños y que pueden, a la larga, cambiar el mundo.

lunes, 7 de abril de 2008

Descubrir la diversidad

Los prejuicios rondan alrededor de nosotros como satélites. Sin poder evitarlo, nuestra cabeza asocia ideas a personas. Este fin de semana me pasó a mí y debo contarlo pues es una clara muestra de incoherencia personal. Conocí a un chico al que me costó entender de qué pueblo venía y cómo se llamaba por culpa del acento cerrado de un pequeño pueblo que dificultaba nuestra comunicación. Oyéndole lo encasillé en breve como a una persona con la que no tendría más relación ya que, pensaba, no tenía mucho que aportarme y no teníamos nada en común. Poco después todas mis ideas se vinieron a bajo. Curro, a pesar de tener una curiosa forma de expresarse, es un chico con un corazón enorme y una fuerza interior que muchos envidiaríamos. Desde hace varios años trabaja como voluntario en la Cruz Roja. A pesar de que es muy joven y que parece poquita cosa encerrado en un cuerpo delgado, es grande. Nos contó con una energía contagiosa y emocionante su experiencia ayudando a personas en accidentes de tráfico; nos habló sobre este horror, la carretera que puede llegar a ser la muerte. En su discurso me dí cuenta de lo equivocada que había estado, muchas veces las apariencias engañan y dejamos de descubrir a las personas por nuestros prejuicios. A mí me pasó pero me sirvió para darme cuenta de que no soy lo que quiero ser, que tengo muchos aspectos que mejorar y que no se debe juzgar por la primera impresión.
Curro ha sido uno de mis descubrimientos. He conocido a gente que, como yo, tiene muchos sueños pero, además de tenerlos, los busca con afán. Sale a la calle, mueve a las personas, remueve conciencias y no se queda de brazos cruzados. Por ello, no soporto que se venda una imagen de una juventud egoísta y poco implicada en el mundo. Eso también son prejuicios y visiones poco realistas. Este fin de semana he estado en habitaciones donde se fumaba en una cachimba y se reía, donde se contaban chistes, donde se conocían a futuros amigos y se daban primeros besos; he visto ideas y mentes brillantes, personas que buscan divertirse de una manera sana y gente que busca su lugar en el mundo.
No sé en qué grupo me encuentro, no sé(y odio no saber)pero intento aclarar mis dudas y resolver los problemas que tengo conmigo misma.
Ahora vuelvo a la rutina, sigo contrarreloj y aunque los agobios me rondan, ahora mismo miro a mi alrededor y respiro tranquila. Me gusta sentirme en plena noche, sumida en mis pensamientos y haciendo dos de las cosa que más me gustan: escribir y soñar.

Cuando los hombres buscan la diversidad viajan. Wenceslao Fernández Florez

martes, 1 de abril de 2008

Filosofía de abril

La Historia nos observa mientras erramos. Admiro la rapidez con la que nacen las palabras y la avidez con que traga a la comprensión el egoísmo. Qué pequeñita soy, qué poco sé de todo. Defiendo lo que pienso, sin plantearme muy bien por qué están tan arraigados a mí esos pensamientos. ¿Qué han visto mis ojos?, ¿cuánto sé de la realidad? A veces me gustaría sentarme a escuchar, ponerme a observar mi alrededor. Cuántas contradicciones, cuántas opiniones, cuántas injusticias. Hay días que me siento cansada, traicionada, decepcionada. Pero hoy no es uno de esos días. Vivimos un maravilloso e irrepetible tiempo que vuela sin darnos cuenta.
No me gustaría, por nada del mundo, ser perfecta y tener las verdades en mi mano. A pesar de estas vueltas en torno a grandes confusiones, siento la libertad corriendo por mis venas. La imperfección nunca ha sido más bella. Y yo, aquí sentada, sintiendo tantas cosas y descubriendo nuevos secretos, disfrutando de pequeños placeres: leyendo poesía, riendo con las personas que valen la pena, rodeándome de la música que me hace cerrar los ojos y volar.
La incertidumbre de la erosión no hubla la hermosura de la puesta de sol...