Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

sábado, 31 de marzo de 2012

Agonizando


Qué sensación tan horrible es la agonización. Estoy en una plaza atestada de gente gritando. Algunos gritándome. Sin piedad me han arrancado del mundo donde era feliz, golpeándome con una barra de hierro en la espalda. Sin esperarlo. He querido defenderme contra los lanzazos pero, uno a uno, me han llenado de heridas. No sé porqué ese ser vestido de rojo no me deja volver atrás. Tengo miedo. A pesar de correr de un lado para otro, de aferrarme a una fuerza animal para no rendirme, el dolor es tan intenso que me flaquean las piernas y caigo de bruces a la arena. Huele a sangre, sé que es mi vida derramándose. Se me nubla la vista, tengo ganas de vomitar, tiemblo. Levanto un poco la vista tratando de buscar una cara amiga para pedirle auxilio. No puedo respirar. Mi mente se bloquea cuando dejo escapar a todos mis fantasmas. Desde su sonrisa que me hizo volar hasta aquella vez que me miró y sentí desprecio en el fondo de su pupila. Se levanta polvo con las pisadas a mi alrededor. Hay ojos clavados en mí que no me ven. De mi boca no salen palabras ya, creo que un sollozo lastimero, quedo y constante, demente.

Estoy sola esperando el golpe final.