Ella está en el horizonte. Camino dos pasos y ella se aleja. Nunca deja que la alcance. ¿Para qué sirve, entonces, la utopía?...para caminar.

jueves, 15 de agosto de 2013

Desorden


Agridulces estos momentos; siento que quiero tocar el fondo de la piscina, pero es muy profunda y yo aún tengo miedo. Las heridas se han curado antes de lo que tenía previsto, era muy grande aquel sabio que aconsejó que lo mejor era huir de las brasas, porque aunque el fuego se hubiese apagado, aún podía quemarte la piel. Lo cierto es que tengo algunos recuerdos que me escuecen cuando algo los trae a mi mente. Algunos duelen mucho más de lo que yo recordaba, quizá porque se ha caído la venda de mis ojos para darme cuenta de lo mal que me he tratado a mí misma por esa necesidad tan acuciante de encajar con alguien que no era para mí. 
Hablaba con una buena amiga, en una noche de confidencias, cómo sentía que esos meses tan intensos me habían dejado marcada, como hacia mucho tiempo nada lo hacía. Quizá hace un mes habría sollozado con ese comentario, ahora sólo me hace esbozar una mueca. 
Hay algo que aún no termina de cuadrar. No sé si es mi cabeza con su maldita manía de entenderlo todo o, mi corazón con su estúpida manía de amar sin reservas ni contención. Cuando te das tanto, eres como una cuerda desenrollada, derramada sobre la tierra, con ansia de tensarse de nuevo. 
Me doy tiempo, creo que es la mejor decisión. El tiempo es un remedio casero para volver a ponerlo todo en orden. Mientras tanto, hora a hora, menos desordenada, más yo. 

1 comentario:

JuanMa dijo...

Tómate todo el tiempo, pero amar sin reservas no es una estúpida manía... Es la única forma.

Un beso.