Es como si sintiera un tirón, una sensación desagradable que viene de repente, y que no sé cómo aliviar. Hacía tiempo que no me sentía tan bloqueada, a pesar de que por mucho que busco en mi mente, no encuentro nada más que palabras que no sé lo que significan, espacios en blanco y ecos que me hacen perderme más.
Hay nubes oscuras; me apetece meterme en la bañera y dejar que el tiempo fluya mientras me quedo escuchando el murmullo del agua contra la porcelana. Nada más.
Si me dejo sentir, sólo lloro. Tampoco sé si ponerle rabia o decepción va a devolverme la energía, va a desenredar el nudo.
Mi lado izquierdo me dice que todo está bien, mi lado derecho está en llamas. Creo que quiero gritar o correr, sacarme de dentro esta sensación, borrar todos los recuerdos que vienen, como serpientes rodeándote la garganta. No pude esquivarlo a tiempo, lo tuve encima y, a pesar del escudo, me tocó.Y cuando toca, hiere. Y es como si el mundo comenzase a girar mucho más rápido de lo que lo haces tú, mis ritmos se han alterado, estoy como ausente, pero, contraria a Neruda, no me siento cómoda en esta piel extraña. Yo no quería. No era el momento. Y ahora estoy indefensa, desarmada, frágil y quebradiza, con frío y con un rumbo que me inquieta, porque ya no depende de mí, se descontroló.
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